domingo, 31 de agosto de 2008

IL PORTIERE

Hace un par de meses tuve la ocasión de conocer una de las personas que más me han llamado la atención de cuantas he encontrado últimamente. El personaje en cuestión era un abuelo con el que jugué un partido de fútbol sala. "Neno", el abuelo romano, era nuestro portero. Parece mentira como un abuelo, de edad y apariencia, podía llegar a tener la vitalidad y la agilidad de este hombre, con paradas de todos los colores, los reflejos de un chaval de 25 años e incluso alguna que otra estirada. Nunca olvidaré cuando al final del partido, entre saludos y risas, Hugo y yo preguntamos anonadados la edad a nuestro amigo el cual nos respondió que pasaba los 70 y que estaba jodido porque no pensaba que le quedasen más de 6 ó 7 temporadas. Se quería retirar a los 80...
Esta semana subimos a jugar de nuevo al club y Gabriele, el dueño del centro deportivo, nos dijo que nuestro portero había fallecido este verano mientras veía plácidamente un partido de fútbol en la casa de verano, junto a su hija y su yerno, Claudio Ranieri, el entrenador de la Juventus.
Me quedé con las ganas de volver a contagiarme de la energia, la fuerza y la alegría de este romano de pro. Donde quiera que estés, fue un placer jugar contigo. Arrivederci!

VUELTA A ROMA

Ya se acabaron las vacaciones y la vuelta a Roma con la maleta repleta de momentos entrañables pero, después de dos semanas aquí Roma, España y las vacaciones parecen estar lejanas en el rincón de los recuerdos. Como es normal, la vuelta a casa, a mi casa romana, no se puede hacer sin el jamón, el chorizo y en esta ocasión la morcilla achorizada, una de mis cosas preferidas. Parece ser, según me dicen todos los amigos, que mi paso por España ha vuelto a dejar secuelas en forma de kilos. Ahora toca volver a poner orden en mi desorden.
Roma es Roma de verdad en agosto. El primer día, el paseo con la moto por la ribera del Tíber fue algo fantástico. Después de casi veinte días, volver a reencontrarme con el Aventino, el Teatro Marcello o la Piazza Venezia me ha hecho despertar con una sonrisa en la boca. Eso si, en cuanto me he aproximado al centro histórico he vuelto a tomar contacto con mis queridos "sanpietrini", los famosos adoquines romanos, que desde que conduzco la moto se han convertido en mi lucha diaria por mantenerme encima de la moto.
La cosa más impresionante fue que durante el camino a la oficina no me crucé prácticamente con nadie, ni coches ni motos. Es como si la ciudad estuviese dormida, como un domingo de invierno al alba, como si este nuevo encuentro estuviese reservado sólo a la ciudad y a mi.
Ya vuelvo a estar enganchado de nuevo a la luz romana, ya vuelvo a estar en esta ciudad que me hace sentir un privilegiado, aunque a veces llegue a exasperarme como ninguna otra cosa en el mundo.
Roma, bella, non ti preoccupa', ci sono già di nuovo qui, con te...