miércoles, 3 de septiembre de 2008

PASIÓN INFINITA


Y aquí me tienes de nuevo, querido Córdoba, delante del portátil esperando que a las 22:00 horas, horario peninsular, de comienzo el encuentro de Copa del Rey frente al Tenerife.

Durante muchos años el partido de Copa de los miércoles fue una de los momentos que más me apetecían de la temporada. Recuerdo cuando de niño, cuando todavía los chavales se colaban sin pagar en el viejo Estadio del Arcángel, mi amigo Rafa y yo nos íbamos en el "7" al campo en busca del tío de Rafa para que nos llevase a sufrir con nuestro equipo. Me encantaban esos partidos nocturnos, donde normalmente el juego era frenético porque todo se decidía en ese partido. Y los mejores, los partidos bajo la lluvia.

El clásico partido de Copa. La ocasión perfecta para ver desfilar a los reservas de algún equipo de primera, si ese año habíamos tenido suerte en el sorteo. Era nuestro día para la épica. Era el día de soñar con la hazaña del modesto, la victoria de David contra Goliat, el momento de dar "la campanada" En definitiva, el momento de soñar. Y allí, sentado en la grada he pasado muchas noches vibrando con mi equipo y, al mismo tiempo, esperando el pitido que indicase el descanso, es decir, la hora soñada del bocata. Se que algún día volveré a comerme mi bocata de jamón con queso, dentro del corrillo hablando de que fulanito no corre o que menganito tendría que jugar más a la banda, que dejemos el 4-5-1 y que nos echemos al ataque, que en los partidos de Copa no hay nada que perder y mucho que ganar.
Esa es la única verdad, siendo del Córdoba nunca tienes nada que perder y mucho que ganar. Y por ello, cualquier pequeña victoria nos hace disfrutar. Ahora, desde Roma, me tengo que conformar con ver los partidos por internet, con mi bocata preparado, esperando que mi Córdoba me haga soñar con una de sus pocas gestas...