martes, 26 de junio de 2007

ROMA, ¿ME ESTÁS BUSCANDO?


Mientras yo me dedico a perderme entre aeropuertos y estaciones huyendo, escapando, Ella espera su momento. Agazapada, astuta, tranquila, conoce mis pasos, sabe que volveré a pasar por lo alto de su red. Este fin de semana, cuando todos se vayan, quizá tengamos un momento de intimidad, pero la haré sufrir hasta el último momento...

CAMBIO TRAS CAMBIO...

Hoy ha sido un día extraño en la Oficina, día de despedida. De golpe y porrazo desaparecen tres personas que sin duda eran un apoyo importante en estos primeros pasos en Roma. Sólo el tiempo, y mi estado de ánimo, harán que la cosa no se convierta travesía en el desierto para mí. De todos modos, fue un placer conocerlos y trabajar estos días con ellos. Suerte a todos de corazon Javi, Julia, Marina y María.

COSAS DEL FUTBOL


El domingo a las 16.30 bajo el sol de junio cordobés, esperábamos a las puertas del Pabellón de Vistalegre para vivir una jornada de las que pasan a los anales de la historia, un nuevo ascenso del Córdoba. Para un treintañero como el que escribe, estos son momentos de gloria, ya que uno tiene a gala ser de un equipo que no suele ofrecer alegrías a su afición, que es lo difícil. Pero ya que me había pegado un viaje para esto, más valía que la cosa tuviese final feliz.

La cosa que me llamó la atención con respecto a la otra hazaña que recuerdo es el impacto que el futbol tiene entre el público femenino. Seguramente, casi la mitad de las más de 6.ooo personas que abarrotaban el Pabellón eran niñas, y no tanto, totalmente inmersas en el ambiente y todas ellas identificadas con los colores blanquiverdes. El fútbol ya no sólo es cosa de hombres, ya era hora.

Por otro lado, también llama la atención ver como, bajo el pretexto de un partido de fútbol, personas de las más distintas clases, idelogías y colores se unen bajo un mismo techo para entonar emocionados los mismos cánticos de pasión cordobesista. El himno del Queco ha calado hondo, pero el cántico del Sevilla ha hecho verdadero furor.

El partido era casi lo de menos. La pasión que se vivía en unas gradas a mas de 800 km del lugar del partido es algo dificil de describir. El futbol es pasión y el Córdoba es un experto en dar "vidilla" a estos momentos, así que empezó perdiendo, dejando entrever el avismo de la desilusión. Pero una jugada, un instante, devolvío la emoción y la ilusión a todos los cordobesistas. El penalti, no podía ser de otra manera, fue el que decidió que los cordobeses soñasen de nuevo. Y un penalti es el segundo más largo, es un momento infinito, roto en mil pedazos con un grito al unísono de todos los que allí nos encontrábamos.

Y ya no hubo segundo tiempo, ya no hubo nada, sólo una cuenta atrás para "tocar el cielo en las Tendillas". En realidad, esta vez más que cielo aquello pareció el infierno, ya que a pesar de que era una noche de fiesta, la celebración de un ascenso, la cosa acabó pareciendo una manifestación de Astilleros. Botellas de un lado, gases y pelotas de otro, rompieron la mágica noche, al menos para el que escribe, que se fue cabizbajo viendo como niños vestidos con la camiseta de mi equipo, de su equipo, volvían a sus casas asustados cuando esto debería de ser su primer gran recuerdo futbilístico, vivir su primer ascenso. Espero que esa mancha no perdure en la memoria inocente de los niños que sueñan con ser Javi Moreno...