martes, 31 de julio de 2007

PAOLO CONTE


Desde hace años venía persiguiéndome una ilusión, un sueño: el placer de escuchar en vivo la voz más sugerente de cuantas he escuchado, el gusto de ver esa figura de cabellos y bigote plateados, gesto duro y a la vez amable del gran Paolo Conte. El encuentro tuvo lugar en Ostia Antica, que para mi sueño era un lugar bastante idóneo, es más, quizá fuese, por qué no, el luga soñado. La luces de la noche daban sobras entre los retazos de la historia, entre las piedras, dando un tono casí místico al concierto. Varias generaciones de italianos enagenadas al mismo tiempo con las mismas canciones, los mismos ritmos. Y el teatro romano entregado a su mito que, como gran artista, solo abrío su boca para cantar con la magia que solo tienen los elegidos y presentar a sus compañeros de viaje, su grupo. Nada más, sólo música. Via, via...

INTEGRACIÓN



Hoy me he sentido más romano. Por fín, tras dos meses de verano viviendo en la ciudad en manos del transporte público, puedo decir que ya me siento más romano, parte activa de la sociedad. Hoy, en mi camino diario de vuelta en el 80, después de bajarme en la parada de Via Buocompagni para ir al Citibank a por la pasta para pagar la rotura del freno de mano de mi coche (broma que en euros no ha sido nada mala, al contrario, una broma para no olvidarla en mucho tiempo), he esperado unos 35 minutos, en plena tarde del verano romano, a que otro 80 express me rescatase y me llevase a mi casa a descansar. Tanta espera ha provocado, lógicamente, que el autobús fuese atestado de gente, enlatados y, claro, como era de esperar, ha salido el discurso que más he oído en los últimos meses: "¿qué cojones pasa con el aire acondicionado?" "¿Por qué coño no harán las ventanillas más grandes, como las de los autobuses de antes?" "¿Cuántos años llevan en la calle estos autobuses articulados y cuando les funcionó el aire?"¿Es que no los piensan cambiar nunca?" "Perdone, puede abrir más la ventanilla, que nos afixiamos aquí detrás". Antología del lapidario romano, frases míticas para el recuerdo.

Pero esta vez, rompiendo con mi principio de neutralidad, he entrado al trapo y he participado de la conversación: "No, señora, creo que están esperando a terminar las obras del metro (llevan casi tres años dando por culo con las obras y no tienen pinta de acabar en otros 4 o 5).

Esto de participar de los debates ciudadanos es una gran señal de que la integración aún es posible. Seguiré informandoos del proceso de aculturación.