martes, 3 de julio de 2007

TRABAJADOR DE POR VIDA

Una de las cosas que más me ha llamado la atención en este país son, sin duda, los "contratos vitalicios". En este país existen todavía contratos de trabajo en los que no existe la jubilación, o sea, que hay determinados oficios, sobre todo los de carácter intelectual, en los que el único modo de llevarse a la persona de la oficina es metido en la "funda de madera". O sea, que aquí un abogado, un político o un funcionario del estado, tiene todo el derecho de estar al pie del cañón hasta que la muerte lo separe del mismo. Así, se puede dar el caso que uno tenga que ir a arreglar un papel al Ministerio y le toque el abuelo de turno delante de un ordenador, al que el señor mira como su enemigo mientras los minutos pasan y pasan. Es lo que algunos llaman el "choque cultural". Me comentaba mi amiga que ser abogado aquí es todo un logro dado que la edad media de los más importantes supera los 70 años, vamos un prodigio de juventud. Y si no, el reflejo más claro de esto lo tenemos en la clase política. Por supuesto Italia cuenta con senadores vitalicios (sí, como lo fue Pinochet en Chile), a los que todavía hoy se les tiene como referentes obligados. Una apuesta decidida por la juventud, ¡claro que si!. ¿Sabéis cuantos años gasta el amigo Berlusconi? Hala, ¡a buscar la respuesta en Wikipedia!